16 de abril de 2011

El papa Juan Pablo nos avisó que....

 Juan Pablo dejó un documento donde alertaba del peligro de los "liberalistas"
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y la práctica pastoral con lo que logran desfigurar nuestra fe. Para la "Teología de la liberación".
1. Jesucristo: es considerado no como verdadero Dios Encarnado que, con su Muerte y Resurrección, nos ha redimido, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de los "opresores" y que muere en defensa de los pobres;
2. La Iglesia: debe tomar parte en la lucha pues la "neutralidad" es imposible ya que equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una "opción preferencial por los pobres" y constituirse en "Iglesia del pueblo" que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es "clase dominante" y por tanto debe ser combatida. (Puebla, nn. 262- 263).
3. La fe es reducida a "fidelidad a la historia"; la esperanza a "confianza en el futuro"; la caridad a la "opción por los pobres".
4. Los sacramentos: son "celebraciones del pueblo que lucha por la liberación": se indoctrina en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc., para que "tomen conciencia de clase" y se les anima a la lucha contra la "clase dominante". Curiosamente, así la Iglesia viene a ser - - según estos "teólogos"- - respecto a los pobres, lo que el partido comunista pretende ser respecto al proletariado.
5. La escatología es sustituida por el "futuro de una sociedad sin clases" como la meta de la liberación en la que se habrá "hecho verdad" el amor cristiano a todos, la fraternidad universal.
Evidentemente se trata de un peligroso cúmulo de errores al ser una completa subversión del cristianismo.

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Por qué le quiero

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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