La imagen de Jesús en el siglo XIX lo presenta en términos de lo Sublime. Responde a la idea de Platón quien sostuvo que lo bello es lo bueno y lo verdadero. Se trata de la belleza personificada, mas una estereotipadamente nórdica.
Esta reconstrucción imaginaria del rostro de un israelita del siglo I EC fue hecha en 2002. La BBC de Londres la presenta como "el auténtico rostro de Jesús." Se trata de uno estereotipadamente semita en este caso. ¿Provocación o golpe bajo insular? Ambos.
Dado que se trata de un caso sensible, acaso adecuado sea aquí el recurrir a los matices de un Rembrandt, quien para su imagen de Cristo retrató con insuperable talento a un joven judío del siglo XVII logrando una pintura admirable cuando se consideran el tacto y sensibilidad del artista para con ambos.
Indiquemos entonces que que la contribución de Rembrandt fue precisamente la de trascender los estereotipos. Para Rembrandt, quien era un hombre íntegro y un auténtico creyente en Dios, pintar a Jesús no era un asunto racial o partidario. Su obra es maestra tanto artística como moralmente.
Lo cierto es que nadie puede probar cómo era exactamente el rostro de Jesús. Es por eso que saludable resulta entonces el trascender los viciosos estereotipos raciales de otros tiempos y poder así llegar a ver en la fascinante diversidad plástica la valiosa real contribución de aquellos autores de talento.
Carmen G. Junyent
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