24 de octubre de 2010

Tienen mucho de Dios

El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente,
hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo;
incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes
después de un gran dolor.
Fiodor Dostoievski 
  
No se ha llegado al colmo del dolor cuando se tiene aún fuerza para quejarse.
 Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe,
que equivocarme no creyendo en un Dios que existe.
Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré,
cuando me hunda en la nada eterna;
pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar
cuenta de mi actitud de rechazo.
Blaise Pascal
 
El que la Biblia no tenga ni huella de humor
es uno de los hechos más extraordinarios de la literatura.
Alfred North Whitehead 
 
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Quien no ha tenido tribulaciones que soportar,
es que no ha comenzado a ser cristiano de verdad.
San Agustín
No he logrado nada solo.
Millones de personas en todo el mundo ansiaban la paz.
Por eso digo que no hay que minusvalorar el poder de la oración.
Kofi Annan 
Honra a los labradores,
porque los que labran la tierra
son el pueblo escogido de dios.
Thomas Jefferson
Sólo quien sabe cuidar lo ajeno puede poseer lo propio.
George Gurdjieff 
Actuar responsablemente no equivale a agudizar la razón,
sino a agudizar los sentimientos.
(Jostein Gaarder)
No hay malas hierbas ni hombres malos;
sólo hay malos cultivadores.
Victor Hugo 
No es sabio el que sabe donde está el tesoro,
sino el que trabaja y lo saca.
Francisco de Quevedo
Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla.
Proverbio ruso
 
Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo,
da tres vueltas por tu propia casa.
 El ruiseñor se niega anidar en la jaula,
para que la esclavitud no sea el destino de su cría.
 
La prudencia es la fuerza de los débiles.
 No lo hagas si no conviene. No lo digas si no es verdad.
¿En qué se parece el fútbol a Dios?
En la devoción que le tienen muchos creyentes
y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. 
 
Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve
no escaparás de la calumnia.
William Shakespeare
Quien de verdad sabe de qué habla,
no encuentra razones para levantar la voz.
Leonardo Da Vinci
El hambre espía en la casa de los pobres,
pero si la habitan personas trabajadoras,
no se atreve a entrar.
Benjamin Franklin 
Antes de aprender a nadar tienes que estar dispuesto a hundirte.
Brandon Boyd 
Si no actúas como piensas,
vas a terminar pensando como actúas.
Blaise Pascal
Hay quién porque golpea la pared con un martillo
se cree clavar clavos.
Johann Wolfgang Goethe 
 
¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan,
sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!
Miguel de Cervantes Saavedra  

 


Es preciso elevarse con las alas del entusiasmo.
Si se razona, no se volará jamás.
Anatole France 

Medir las palabras no es necesariamente endulzar su expresión
sino haber previsto y aceptado las consecuencias de ellas.
Abraham Lincoln 
No debes quejarte de la nieve en el tejado de tu vecino
cuando también cubre el umbral de tu casa.
Confucio
La muerte es algo que no debemos temer porque,
mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es,
nosotros no somos.
Antonio Machado
Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Y no queráis más.
Lo que pasa de ahí, es agobio, no alivio;
apesadumbra en vez de levantar.
San Agustín
 
En primer lugar acabemos con Sócrates,
porque ya estoy harto de este invento
de que no saber nada es un signo de sabiduría.
Isaac Asimov 
Nuestro deseo desprecia y abandona lo que tenemos
para correr detrás de lo que no tenemos.
Michel Eyquem de Montaigne
 
La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría
de un millón de meteorologistas.
Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás;
pero reserva tu propia opinión.
EL HOMBRE ES EL ÚNICO ZORRO QUE INSTALA UNA TRAMPA,
LE PONE UNA CARNADA Y LUEGO METE LA PATA.
¿qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas,
teniendo tanto que decir de las mías?
 
 
 

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Por qué le quiero

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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